lunes, 17 de septiembre de 2007

Una juventud simbólica.

Por: Jorge Luís Falcón Arévalo*

"La distancia no es cuando nos separamos, La distancia es si no volvemos". –jlfa-


Para desentrañar los comportamientos de las juventudes actuales es necesario enlazar los estudios sobre la economía política de los medios de comunicación, en especial del análisis del mercado musical, con la exploración de las audiencias y la ligazón entre la estructura de la música popular; así se ha logrado la construcción del universo simbólico juvenil. Por lo tanto, es importante sanear o pretender superar una visión mercantilista del fenómeno, enlazando el consumo y creación musical por parte de la juventud con la estructura del sentir propia de nuestro tiempo.

La juventud es un periodo de indefinición y búsqueda de una identidad, a la que la ausencia de un paradigma, una metanarración fuerte, puede afectar sobremanera. Y los casos lo vemos en una errada políticas social y cultural acerca de la conformación de una juventud briosa, pensante y educada.

La música es un medio para percibir el mundo, un instrumento de conocimiento que incita a descifrar una forma sonora del saber. Una aproximación al estudio de la música debe intentar comprender la producción y reproducción de esta en relación con el proceso de desarrollo social, para ello debemos prestar especial interés al espíritu de la época.

El arte de los sonidos es, desde hace siglos, un terreno intercultural. La música ha sido siempre una forma de expresión cultural de los pueblos y de las personas a través de la que se expresa la creatividad. La música es un arte, pero las manifestaciones musicales van unidas a las condiciones culturales, económicas, sociales e históricas de cada sociedad. Para poder comprender un tipo de música concreto es necesario situarlo dentro del contexto cultural en el que ha sido creado, ya que la música no está constituida por un agregado de elementos, sino por procesos comunicativos que emergen de la propia cultura.

El sociólogo Edgar Morin reflexionaba sobre la doble dimensión de la canción: musical y verbal. "Teniendo en cuenta sus ideas y valorando el poder comunicativo que tiene la música, cabe preguntarse si el componente más importante de la canción, del éxito de su mensaje, se encuentra en la parte musical o en la parte verbal". Pues bien, hoy no cabe duda de que la letra haya tomado el protagonismo.

La letra es el mensaje, comunica de una forma directa, describe la sociedad, una sociedad carente de valores, una sociedad sodomita, una sociedad sojuzgada, una sociedad que pervive en conflictos sentimentales, sin una cura, o al menos que se logre transformar la cantaleta de una letra sin sentido poético. Letra ramplona y carente de una estadía cultural. El paso de la ética calvinista a una ética del consumo hedonista, propio de un estado de capitalismo avanzado, corrompido y sensualista.

La música actual en México, de igual forma que la cultura, sigue una política y una estética del fragmento y también, como escribió Baudelaire, "…de lo efímero, lo fugaz y lo contingente", pero es vendida como mercancía cultural de primer orden, como simulacro artístico.

En todo caso, constituye un error característico realizar una clasificación exhaustiva y extensiva tanto de las subculturas juveniles como de los grupos musicales afines. Del mismo modo, tampoco resulta posible trazar un mapa genealógico de las diversas subculturas juveniles. Hacer esto y lograrlo ha sido un éxito de los grandes consorcios multinacionales, para con ello evitar una sola corriente de pensamiento juvenil. Es decir, distraer y corromper.

La expansión de un mercado musical específicamente destinado a la juventud apoyó el cada vez más importante papel de la música en la construcción de la identidad juvenil. Dispersa; pero en fin, identidad.

La música, sin duda, no era y no es la única expresión de la cultura popular a partir de la cual los jóvenes construyen su identidad. El cine, la moda, la televisión, antaño la motocicleta y hoy el vehículo "de moda entre los jóvenes", etc., son elementos cruciales en la construcción de su universo simbólico.
Hoy lamentablemente tenemos una juventud simbólica, hecha por los dictados no tan solo de la música, sino de la moda y del ficticio "status de vida".

1 comentario:

Marijo Hooft dijo...

Hola que tal? Soy de Argentina y estoy escribiendo sobre subculturas juveniles. El buscador de alertas de Google me dirigió a tu blog. Lo leí y está muy bueno. ¿Sos sociólogo o algo por el estilo?