miércoles, 31 de octubre de 2007
El oficio del mal… ¿Y el bien?
"Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el
mal." -Anónimo-
Lamento y me consterna la muerte de un hombre bueno, que siempre hizo
el bien, el Lic. José Jorge Bajos Valverde. Pobre Guerrero, pobre
Acapulco…pobre Zeferino.
"Procedamos Contra los criminales como contra los enfermos; es decir,
impidámosles que se propaguen. Éste es el primer paso para mejorar las
costumbres, el que yo deseo dar: el enfermo y el criminal no deben ser
considerados como reproducibles", asienta Federico Nietzsche. "Pienso,
luego existo" confirma Renato Descartes, y con ello remarca el
pensamiento reside, en efecto, en una actividad que depende de
nosotros ejercer; no es nada sino por obra de su propio ejercicio".
El papel de la inteligencia es permitirnos discernir y el papel de la
voluntad ponerla por obra. Porque a medida que se tiene más ingenio se
descubren más bellezas originales. Existimos entre el bien y el mal,
puesto que convivimos en una sociedad convulsionada por enajenados.
El verdadero ser, se reconoce a si mismo en el mal; porque el bien es
un estorbo.
La moral es una curiosidad. Porque los valores a través de los
tiempos han estado en decadencia. Es una frivolidad en voz y discurso
de los políticos tratar de que las buenas costumbres imperen cuando su
comportamiento es indeseable.
El bien es un reflejo del mal. Esto es sabido por largas centurias y
conocido a través del género pensante: Haz un mal y te reditúa un
bien. Habla mal de alguien y lo conviertes en "héroe", aunque éste
sujeto sea deleznable, hipócrita y cínico.
Por unas cuantas monedas, favores "cachondos", tráfico de influencias,
cotos de poder, amiguismo o compadrazgos, la clase política
–principalmente- vende no tan solo su alma y pensamiento. "Chirundos"
y "chinqueques", por convicción empleados gubernamentales o
representantes populares son criminalmente responsables de que el
desarrollo de una sociedad se estanque, se frene, se obstruya.
Por éste tipo de personeros jamás han actuado o dicho en otros
términos –son realmente falsos, analfabetos e ineficientes- la gran
mayoría de éste lumpen de la grilla perviven en el anonimato de la
decencia y la honestidad.
Universitarios cultos y gente de talento debe arribar a los cargos
públicos (fuera extranjeros, hay mexicanos bien nacidos). Para ello,
es necesario cotar de tajo la apatía, el desgano y la
irresponsabilidad ciudadana, para asumir con moralidad y entereza a
los enfermos (llámense: depresivos, postalcoholicos, ocurrentes,
merolicos) no sean quienes dirijan los destinos políticos, sociales,
educativos, económicos y culturales de una sociedad que en pleno siglo
XXI, con avances tecnológicos, deba vivir en un desarrollo sustentable
real; y no, como en el actual clásico de la edad media.
Resentidos de la sociedad gobiernan, que de forma y manera criminal se
reproducen en la administración gubernamental, causando severos daños
en los presupuestos económicos. La inmoralidad es el signo distintivo
en su proceder laboral.
La frivolidad en su desempeño se observa por desconocer los fines y
procesos de su función en su mando realizable de qué es la
productividad.
Se ufanan de hacer el bien, cuando son un mal para la sociedad
gobernada. Y son un mal, porque el bien de ellos, son los dineros de
las arcas sea del nivel gubernamental que sea. Más allá del bien y en
el propio mal, están sus ambiciones personales.
*Librepensador entre la verdad de una sociedad soporífera y
amodorrada; y una ficción de políticos benévolos y "sacrificados".
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